El México en llamas
Producción escrita
Como ciudadano comprometido y preocupado por las cuestiones ambientales, y deseoso de que se apliquen cambios, le escribe al alcalde de su ciudad para denotar algunos problemas de la ciudad y proponerle algunas soluciones, que según usted, podrían aplicarse.
Mínimo 250 palabras.
Señor Presidente municipal:
Me dirijo a usted porque en la jerarquía política, se supone que es usted quien está más cercano al cotidiano de los habitantes de su ciudad. También hubiera podido dirigir este mismo correo a los señores gobernador del Estado de San Luís Potosí y Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, sin embargo, por lo antes dicho, es a usted a quien le escribo para tratar de un tema muy importante para mí: "El México en llamas". Bien habrá reconocido aquí la referencia a la obra del gran escritor y fotógrafo mexicano Juan Rulfo: El Llano en llamas. Decidí evocar el título del México en llamas porque según las imágenes satélites de la NASA, gran parte de nuestro gran país está en llamas, y nuestro bello San Luís no escapa de ello. Los fuegos que rodean la ciudad aparte de aumentar las temperaturas dieron a nacer una cuestión, que calificaría yo, de salud pública, y en nuestros días, esta problemática tiene mucho que ver con el cuidado del medio ambiente, tema que voy a desarrollar a continuación.
Frente a los acontecimientos que llevan casi un mes preocupando a los capitalinos y otros provinciales de los alrededores de la ciudad, me refiero a los incendio de la Sierra de San Miguelito y del Cerro de San Pedro; frente a la inquietud, lástima, y desesperación compartida por miles de personas cuyo reflejo son las redes sociales y su innumerables publicaciones, me sorprende, más bien nos sorprende e incluso nos choca su silencio al respecto, el de usted pero también de los demás políticos y altos funcionarios. De hecho, son asociaciones civiles, como Vida sobre rueda, y otros particulares que informan, mediante las mismas redes sociales, a todos: por ellos se supo de la muy mala calidad del aire que estamos respirando, usted y todos nosotros, a no ser que que haya preferido mudarse a una residencia secundaria suya, alejada del problema, lo que no creo. Gracias a ellos, insisto, se pudo revelarlo todo, y por fin, la secretaria del medio ambiente o de ecología quizás, difundió una, no dos, nada más una nota a no salir a hacer alguna actividad física, y ya.
Cualquier gran ciudad, algo preocupada por su gente y el medio ambiente suele tomar medidas en este tipo de casos de contaminación con partículas ultra-finas (PM2.5) y no dudo que usted, señor Presidente municipal, esté al tanto de ello, o ¿será que como las avestruces, ahí enterrada su cabeza, ignorando lo que pasa a su alrededor, y no le llegan las noticias?
Para volver a nuestro tema, distinguido presidente, le haré saber de lo que se pudiera hacer, en mi humilde opinión, par reducir el factor de contaminación: se trata de reducir el número diario de coches circulando. Los métodos, para este fin, no relevan de algún tipo de brujería sino de las autoridades, entre las cuales se encuentra usted, para establecer, y aún más, imponer la circulación alterna. Esta consiste en -se lo explico no porque crea que me no me entienda sino porque no se me ocurre en este momento la nomenclatura políticamente correcta de dicha medida- solo autorizar el desplazamiento de ciertos tipos de vehículos los días de picos de contaminación. En París, por ejemplo, la matrícula de los coches determina quien puede rodar un día y quien otro, basándose en el número de placa dependiendo de si es par o impar.
Además, para los vehículos no eléctricos o de alta emisión de CO2, se estableció un sistema de viñetas "Crit'Air" que permite destacar visualmente los caros en función de si pueden circular o no en función del nivel de contaminación y de cantidad de partículas ultra-finas presente en la atmósfera de la ciudad. Se tomó aquí el ejemplo parisino, porque acabo de regresar de un intercambio Erasmus +, de seis meses y, frente a los picos de contaminación ahí sí, actuaron. Sin embargo, no era tan necesario que ocupara un ejemplo tan ajeno a nosotros ya que se sabe que en México también hay ciudades con planes de acción, entre ellas. la Ciudad de México, aunque se puede interrogar si realmente existe, y en la eventualidad de que sí, si se considera aplicarlo, más cuando se alcanzó un avisó de alta contingencia allá por los altos niveles de contaminación.
Señor Presidente, me doy cuenta de que en una ciudad como la nuestra, poner en marcha medidas es una gran hazaña, pero veamosle el lado económico. En efecto, siempre se escucha que no hay dinero en las cajas del Estado por tal o tal razón, no obstante, si pusieran en las calles a los agentes de seguridad vial, -quienes apenas se hacen respetar el reglamento vial -cuando doblan las funciones de los semáforos en funcionamiento-, para controlar a los vehículos que pueden circular o no, o simplemente hacer bajar la velocidad en las calles y que se aplicara con diligencia, el dinero generado por las multas incrementaría las cuentas del Estado. Tampoco se trata de multar enseguida. En un primer tiempo, se implementaría una campaña de sensibilización mediante espectaculares, con función educativa, no la basura que se suele ver siempre, durante una semana, no más porque, ¡hay emergencia! y luego, a multar a quienes no pueden respetar las reglas. Hablamos de multas pero también, usted y la administración habrían que poner de su parte.
En un periodo de alertas a las partículas finas y de aumento del número de ciudades en estado de contingencia, nuestra ciudad, en vez de ser la que siempre sigue, podría ser por una vez el modelo a seguir, estableciendo, por ejemplo, que en días de alta contaminación del aire, los transportes públicos estén gratuitos para todos. Sé que año tras año, desde hace muchos años, se ha expandido la cultura del coche, quizás más todavía en San Luís Potosí que se enorgullece por ser el primer parque automovilístico del país, pero ¿es el carro realmente indispensable al cien por cien para todos los habitantes? Está tanto entre sus manos como en las nuestras ceder algo, y de esta forma todos ganamos: usted, nosotros y las generaciones siguientes. Y usted, más para bien que para mal, sería recordado en la Historia de la ciudad, como El Presidente municipal que impulsó el cambio haciá un San Luís verdaderamente mejor, un San Luís del progreso, un San Luís verde.
Claro está que un principio tales medidas harían a muchos descontestos, pero en aspectos de cambios positivos, hasta que la gente se acostumbre y entienda el porqué de estas modificaciones, resultado de decisiones de fuerza mayor, siempre habrá quien para quejarse cuando el real punto sería el acostumbrarse. Acostumbrarse a tomar buenos hábitos mientras el uso sistemático de los vehículos particulares de motor no lo son.
Le agradezco el tiempo que le habrá concedido a mi correo y esperando que reflexione acerca de los puntos y tal vez considere que valga la pena empezar a pensar más allá de las energías fósiles.
Le saluda atentamente,
Cualquier gran ciudad, algo preocupada por su gente y el medio ambiente suele tomar medidas en este tipo de casos de contaminación con partículas ultra-finas (PM2.5) y no dudo que usted, señor Presidente municipal, esté al tanto de ello, o ¿será que como las avestruces, ahí enterrada su cabeza, ignorando lo que pasa a su alrededor, y no le llegan las noticias?
Para volver a nuestro tema, distinguido presidente, le haré saber de lo que se pudiera hacer, en mi humilde opinión, par reducir el factor de contaminación: se trata de reducir el número diario de coches circulando. Los métodos, para este fin, no relevan de algún tipo de brujería sino de las autoridades, entre las cuales se encuentra usted, para establecer, y aún más, imponer la circulación alterna. Esta consiste en -se lo explico no porque crea que me no me entienda sino porque no se me ocurre en este momento la nomenclatura políticamente correcta de dicha medida- solo autorizar el desplazamiento de ciertos tipos de vehículos los días de picos de contaminación. En París, por ejemplo, la matrícula de los coches determina quien puede rodar un día y quien otro, basándose en el número de placa dependiendo de si es par o impar.
Además, para los vehículos no eléctricos o de alta emisión de CO2, se estableció un sistema de viñetas "Crit'Air" que permite destacar visualmente los caros en función de si pueden circular o no en función del nivel de contaminación y de cantidad de partículas ultra-finas presente en la atmósfera de la ciudad. Se tomó aquí el ejemplo parisino, porque acabo de regresar de un intercambio Erasmus +, de seis meses y, frente a los picos de contaminación ahí sí, actuaron. Sin embargo, no era tan necesario que ocupara un ejemplo tan ajeno a nosotros ya que se sabe que en México también hay ciudades con planes de acción, entre ellas. la Ciudad de México, aunque se puede interrogar si realmente existe, y en la eventualidad de que sí, si se considera aplicarlo, más cuando se alcanzó un avisó de alta contingencia allá por los altos niveles de contaminación.
Señor Presidente, me doy cuenta de que en una ciudad como la nuestra, poner en marcha medidas es una gran hazaña, pero veamosle el lado económico. En efecto, siempre se escucha que no hay dinero en las cajas del Estado por tal o tal razón, no obstante, si pusieran en las calles a los agentes de seguridad vial, -quienes apenas se hacen respetar el reglamento vial -cuando doblan las funciones de los semáforos en funcionamiento-, para controlar a los vehículos que pueden circular o no, o simplemente hacer bajar la velocidad en las calles y que se aplicara con diligencia, el dinero generado por las multas incrementaría las cuentas del Estado. Tampoco se trata de multar enseguida. En un primer tiempo, se implementaría una campaña de sensibilización mediante espectaculares, con función educativa, no la basura que se suele ver siempre, durante una semana, no más porque, ¡hay emergencia! y luego, a multar a quienes no pueden respetar las reglas. Hablamos de multas pero también, usted y la administración habrían que poner de su parte.
En un periodo de alertas a las partículas finas y de aumento del número de ciudades en estado de contingencia, nuestra ciudad, en vez de ser la que siempre sigue, podría ser por una vez el modelo a seguir, estableciendo, por ejemplo, que en días de alta contaminación del aire, los transportes públicos estén gratuitos para todos. Sé que año tras año, desde hace muchos años, se ha expandido la cultura del coche, quizás más todavía en San Luís Potosí que se enorgullece por ser el primer parque automovilístico del país, pero ¿es el carro realmente indispensable al cien por cien para todos los habitantes? Está tanto entre sus manos como en las nuestras ceder algo, y de esta forma todos ganamos: usted, nosotros y las generaciones siguientes. Y usted, más para bien que para mal, sería recordado en la Historia de la ciudad, como El Presidente municipal que impulsó el cambio haciá un San Luís verdaderamente mejor, un San Luís del progreso, un San Luís verde.
Claro está que un principio tales medidas harían a muchos descontestos, pero en aspectos de cambios positivos, hasta que la gente se acostumbre y entienda el porqué de estas modificaciones, resultado de decisiones de fuerza mayor, siempre habrá quien para quejarse cuando el real punto sería el acostumbrarse. Acostumbrarse a tomar buenos hábitos mientras el uso sistemático de los vehículos particulares de motor no lo son.
Le agradezco el tiempo que le habrá concedido a mi correo y esperando que reflexione acerca de los puntos y tal vez considere que valga la pena empezar a pensar más allá de las energías fósiles.
Le saluda atentamente,
Octavio de la Sierra Hernández,
un humilde ciudadano preocupado
Humo de la Sierra de San Miguelito en llamas en el horizonte, no son nubes. |
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